
“El futuro de la lucha contra la tuberculosis debe basarse en la sospecha clínica en los grupos más vulnerables (ancianos, inmunodeprimidos e inmigrantes), el diagnóstico preciso y precoz, el tratamiento corto con fármacos orales y la incorporación de estrategias socioeconómicas solidarias que mejoren la situación de los países y colectivos más vulnerables”, así concluye el artículo que los neumólogos Francisco Javier García Pérez y Julio Ancochea Bermúdez, secretario general y presidente del Comité Científico de la Red TBS, han publicado en la Revista Española de Salud Pública.
Una colaboración especial en la que los autores se lamentan de que “a pesar de los avances obtenidos en las últimas décadas, la tuberculosis sigue siendo un importante problema de salud pública en amplias zonas de la geografía mundial, y produjo más de 1,6 millones de muertes en 2017”. Situación agravada porque “la irrupción de casos con tuberculosis multirresistente y extremadamente resistente dificulta su curación y su progresiva erradicación” aunque, como recuerdan los autores “con la incorporación de la bedaquilina y la delamanida contamos con nuevos esquemas de tratamiento más cortos y eficaces, así como menos tóxicos, para los casos resistentes”.
La nota positiva es también que “en los últimos años se han introducido técnicas moleculares capaces de diagnosticar la enfermedad en pocas horas, detectando también mutaciones genéticas que codifican resistencias a los fármacos más activos en su curación”.
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